La Feria del Libro de Madrid que acaba este fin de semana ha revivido algunas esperanzas tanto entre autores como en editores. Las ventas, a espera de datos definitivos, parecen haber remontado, la afluencia de público ha sido masiva y los escritores han dado un paso adelante y plantado cara a la plaga habitual de ocasionados televisivos que tras convertir en personajes a los habitantes de sus cochiqueras ahora ademas pretenden colarlos como intelectuales. Y, tristemente , lo consiguen logrando largas colas a la espera de firma mientras que a su lado un buen escritor o incluso un maestro en escritura contempla abochornado, y mucho menos acompañado, el espectáculo.
Este años algo de eso ha seguido habiendo, pero los autores se han reivindicado y han acabado por recuperar en buena parte un espacio que jamas debió serles arrebatado. Primeras figuras, secundarias y nóveles han estados presentes en las casetas y cada uno en su medida , unos arropados ya por ventas y famas y otros aunque fuera por esos primeros lectores y amigos han reclamado su sitio. Y el del libro, que es lo importante.
Dos conversaciones han sido recurrentes entre ellos y una tercera ha sobrevolado todas. La última no es otra que la pregunta de si estamos acercándonos al fin del libro impreso y de la era del papel. Los más se niegan a la posibilidad, quizás más por deseo que por certeza, aunque no dejan de tener la mosca o más bien el enjambre detrás de la oreja. La revolución tecnologica lleva años avanzando y cambiará todo nuestro mundo, como el móvil ha cambiado nuestras vidas e internet nuestros hábitos, pero emitir certificado de defunción resulta muy prematuro.
Las otras dos cuestiones eran la presunta carestía del libro ante lo que la reacción no puede ser otra que la airada. Se critica que un libro alcance los 20 euros o hasta que uno de bolsillo ande los por los siete, cuando con este ultimo precio no se llega ni para una copa en cuanto se entre a un local de mediano pelaje. Solo alguien que no ha leído un libro en su vida y desde luego no lo ha comprado, que lo desprecia como algo accesorio e inútil, puede presentar tan tosca excusa. Casi mejor ni discutir con el.
Pero es sobre la famosa gratuidad de la “cultura” o sea el pirateo impune de los textos donde están arremolinándose las nubes. Aunque haya progres muy progres y muy “cool” que la defiendan. O sea, que robar es bueno. Y que el autor objeto del latrocinio que se alimente del aire.
Parte el atroz, pero extendido, sinsentido de que el libro ha de ser de todos y gratis. Lo mismo que la información en la red. Gratis total. Y entonces periodistas y escritores ¿de que viven?. ¿Y cual es entonces la calidad de lo que se informa y lo que se publica? .
La piratería literaria en España ha alcanzando cotas de liderazgo en Europa. Duplicamos con creces a Italia y triplicamos a Alemania. Es urgente poner coto pero no se pone. Cualquier libro está colgado aen la Red por quien si hace negocio con el, a espaldas de quien lo ha concebido y de quien lo ha publicado, para uso y descarga impune y gratuita. Del Retiro este año ha surgido también esa conciencia de que es necesario movilizarse contra ello y no sería de extrañar que en muy poco tiempo haya intentos al respecto. Las autoridades políticas debieran meditar, aunque solo fuera por interés, que encabezar esa marcha les podría reportar algunos apoyos de los que ahora carecen, porque quienes resuelvan tal saqueo, por muchos tuits en contra que se conciten de los mangantes, van a tener el apoyo, publico y decidido, de quienes están-estamos- siendo saqueados.
