La Marea de Pérez Henares

La tiranía feminista

Discrepar, aunque sea en un matiz, de la doctrina feminista conlleva de inmediato la pena de lapidación pública. Osar contravenir cualquiera de sus posiciones acarrea el estigma social y cualquier insulto es considerado pertinente como réplica. Facha, machista, homófono son los epítetos y sambenitos más suaves que te cuelgan y el estigma que de ahí hasta la eternidad estas condenado a llevar impreso en la frente de por vida. La maquinaria mediática, tuitera y reticular se pone en marcha y te hacen picadillo. No es de extrañar que ante ello, considerado el feminismo como sinónimo de lo bueno y lo correcto, nadie se atreva ni a rechistar siquiera.

Sanidad aprobó hace unos días algunas medidas importantes. La de mayor alcance es la inclusión de la prueba gratuita de detección del cáncer de colón. Algo verdaderamente grave, trascendental y extendido que merecía la relevancia que el asunto tiene y que no ha querido dársele. Porque todo ha quedado tapado por una enorme polvareda al anunciarse también que los tratamientos de fecundación para las mujeres eran de aplicación, como es lógico, para aquellas que sufrieran un problema de infertilidad o esterilidad suya o de sus parejas. Inmediatamente se levantó una ola de indignación feminista, de los colectivos de lesbianas y homosexuales, que aseguraban que se trataba de una discriminación flagrante y lesiva. Que tenían derecho a ese tratamiento aunque ni fueran infértiles o estériles y que tenían derecho a el, aunque no lo fueran, por su condición de lesbianas. O sea, que dado que su tendencia y usos sexuales, reconocidos como derecho, normalizados por fortuna en la vida y el ordenamiento jurídico, pero que desde luego y por el imposible natural de procreación no pueden dar como fruto la concepción de un hijo, sea el estado de manera gratuita quien lo sufrague.

La igualdad de derechos no supone para nada, sino que es exactamente lo contrario, el privilegio. En este caso la igualdad es que si existe un problema de esterilidad o infertilidad, o enfermedad ( y estaremos todos de acuerdo que el lesbianismo o la homosexualidad como ellos mismos han reivindicado con justa razón no es tal cosa sino una opción personal y libre) y sean los sujetos lo que sexualmente quieran heterosexuales, homosexuales o lesbianas, tienen derecho a ese tratamiento. O sea la igualdad se establece por la condición de infértil o esteril no por la tendencia sexual de cada cual.

El privilegio es demandar que precisamente y en base a ese comportamiento sexual y la imposibilidad de con tales practicas de concebir un hizo sea el estado quien actúe. Dicho con crudeza pero con rigor, aunque sea considerado “fuerte”, que sea “Papa” Estado el que “haga” o procure el hijo. En esa senda y aunque suene a dislate ahora también podría exigirse a las arcas publicas que dada que los homosexuales reclamen el pago de “un vientre de alquiler” o que se les costee la adopción de un hijo. Como las arcas de la sanidad están tan repletas….

Decirlo y opinar que en esas tesituras y en tal caso se hagan ellas o ellos cargo de los costes les parece el más tremendo de los delitos. Basado además en maligna “ideología” dando por sentado que los presupuestos en que ellos se basan no lo son, sino verdades absolutas, pensamiento único, aséptico e incuestionable.

Pues digo que no. Digo que no hay razón ni criterio de igualdad en tal reclamación. Se exige privilegio y que el Estado lo costee. Ni está la Sanidad Pública para tales exigencias de un sector ni pienso callarme lo que pienso. Aunque ya me hayan lapidado en plaza pública.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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