En España si se te ocurre escribir que no te parece mal que la prima de riesgo esté cayendo por debajo de los 270, que con ellos los intereses que nos ahorramos son un fortunón, más de 3.500 millones E, que el bono a diez años ya está por debajo, del 4,5%, que la bolsa anda buscando ya los 9000 puntos, que las exportaciones suben, que la recesión se acaba, que el paro ya no es de más de 6 millones, por un poquito pero la EPA lo situo por debajo y que en el INEM llevamos cinco meses de bajadas y ya la cifra es de 4,7 en vez de los cinco pasados y que hasta puede que con agosto sean seis los meses de bonanza. Que drama es y de los gordos pero que mejor si mengua. Pues dices todo eso que es verdad y te apedrean. Casi ni te dejan. Te cae la del pulpo y lo más suave que te espetan es que eres un tonto y lo siguiente es que eres un vendido.
Tu lo dices, claro, porque el año pasado estabas lo siguiente de asutado porque la prima andaba por los 600, el interes por el 7%, la bolsa perdiendo los 6000 y por mucha estacionalidad como la que ahora dicen el paro no encadenaba cifras positivas ni a tiros. O sea, que digo yo que si entonces era para aterrarse, será ahora, al menos, para alegrarse un poco.Pero ni hablar. Eso está prohibido. Mañana mismo llegara de nuevo el llanto y el crujir de dientes. Prohibida la esperanza. Aunque sea de verdad.
Porque, sin embargo, y mientras a ti te ponen a caldo, resulta que aquellos que pronosticaban, impeliáin y aseguraban que el rescate era inminente y el desastre total nos amenazaba cuando en el cayeramos hundidos, aquellos que pronosticaban el apocalipsis al menos un par de veces al día y por dos cadenas de televisión diferentes, aquellos que hubían sido incluso los impulsores del Plan E de Zapatero y otras tantas maravillosas ruinas, siguen siendo los cerebros , los guais, los que saben las recetas y los que están en la verdad y la bondad. Los buenos, vamos. Y los buenos no pueden equivocarse nunca. Aunque ni tengan porque ser siempre los buenos y hayan demostrado, como poco, saber hacer el tonto mejor que nadie.