Andar tocando a clamores por el bipartidismo, como algunos llevan meses haciendo, resulta, como poco, prematuro. Pretender que no ha pasado nada y que al final los dos grandes permanecerán incólumes no es más que ceguera voluntaria. Habrá consecuencias electorales, sin duda, aunque hay bastantes indicadores para que más que hablar de un brutal terremoto la cosa se quede en un cierto corrimiento de tierras. Pero con una consecuencia trascendental, el tiempo de las mayorías absoluta toca a su fin y no parece que sea la prospectiva mas atinada de futuro.
La última encuesta del CIS, amen de poner de manifiesto que el mejor efecto de sostenibilidad para el PP resulta ser la atropellada y poco creíble alternativa del PSOE, revela que en efecto el bipartidismo ha sufrido y consolida un castigo. Que de superar entre ambos grupos un 70% de los votos ahora apenas si superan la barrera de los 60%. Un diez por ciento de votantes que buscan otros banderines o otras motivaciones. Pero también emerge de los datos otro elemento a tener en cuenta. La crecida de los minoritarios no sólo se ha detenido sino que tiende a retraerse. UpyD, y eso que Ciudadanos no ha asomado la patita del todo por el conjunto de España, pierde más de un punto con respecto al sondeo anterior e IU se estanca y cede unas décimas.
Lo del PSOE – no puede esperarse otra cosa con su confusión embarrada en los asuntos más trascendentales y un liderazgo que es cualquier cosa menos eso- es hasta previsible. La pequeña recuperación del PP es, sin embargo, una cierta sorpresa. Pero no tanto.
El efecto Barcenas empieza a estar amortizado en buena medida y los evidentes, tibios pero continuos, síntomas de recuperación económica y hasta algunas esperanzas en materia de empleo, comienzan a percibirse en el conjunto de la sociedad más allá de los ruidos y peleas partidarias. Porque las cifras son tozudas y lo cierto es que le referencia cada vez más frecuente es la de mentar el 2007, aquel año en que comenzó esta terrible crisis que unos no vimos, hasta que nos había tragado enteritos, y otros hicieron todo lo posible para que no viéramos. Ahí comenzó nuestra desdicha y parece que el regresar a aquel punto es como recomenzar lo que será, eso también parece que será así a pesar de los lardes de Montoro, un lenta escalada en busca de tiempos mejores aunque nunca aquellos de los perros atados con longaniza que nos llevaron al despilfarro primero y a la angustia luego.
A ello, al bolsillo, es a la postre a lo que Rajoy se va a jugar la legislatura y en su partido comienzan a pensar que al final acabaran ganando el partido. Pero desde luego y para nada por goleada y menos absoluta. Es por ello que sería muy deseable que fueran preparándose para esa situación . Ellos y los otros. Porque el no ser capaces de pactar con nadie y especializarse en lograr ser enemigo de todos es algo que deberán comenzar a corregir de una vez por toda los “populares”. Pero por el otro lado el mezclar churras y merinas más galgos y podencos y hasta ranas y escorpiones por parte de los otros en eso de “todos contra el PP” como lema y objetivo de poder tampoco es de recibo y lo es cada día menos para los españoles. Otra de las lecturas, quizás la más importante que debiera hacerse de esta foto de la encuesta, es que mejor prepararse para los acuerdos que van a ser inevitables. Y que a algunos nos parecen, por el bien de la nación y de sus ciudadanos, la más positiva y fructífera cultura política.
