Es muy posible que no pudieran hacer otra cosa pero si que podían haberla hecho de muy distinta manera. La judicatura, en especial los jueces de la Audiencia, han demostrado tener la sensibilidad social y la empatía de las almejas. Cerradas, por supuesto. Su celeridad rayana en la obsequiosidad para apresurarse en liberar a la peor caterva de terroristas, violadores y demás asesinos en serie está poniendo su prestigio más o menos al nivel del de las calles de Madrid en estos días. Como si ellos mismos hubieran decidido vaciarse las bolsas llenas de basura e inmundicias sobre sus propias togas.
Eso es lo que me sale del alma contar sobre el dolor que sufrimos, que no solo es de las victimas directas, porque victimas del crimen y los criminales, a ver si nos enteramos, somos todos.