Los meteorólogos subvencionados pronosticaron una temporada de fuertes huracanes en el Atlántico. ¡Y apenas ha habido! (@pfbarbadillo)
Otro fiasco calentólogo y alarmista. La Universidad de Colorado, que está muy cerca del Atlántico, y el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos pronosticaron en primavera
La temporada de huracanes en el Atlántico ya ha comenzado, con la tormenta tropical ‘Andrea’, será «más intensa y activa de lo normal», según los datos del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.
Concluida la temporada de huracanes el 30 de noviembre, el resultado es que la
Temporada de huracanes del Atlántico fue la más tranquila desde 1994
Por supuesto, este dato ha tenido menos difusión en los medos de comunicación que el anuncio apocalíptico. ¿Por qué será?
Un experto del Centro Nacional de Huracanes reconoció:
«hemos aprendido de esta temporada huracanes que hay mucho que estudiar sobre las relaciones en la atmósfera», lo que nos servirá para entender «por qué esta temporada ha sido tan anómala»
¿Cómo se pueden hacer pronósticos de cuánto subirá la temperatura media de la Tierra y qué islas desaparecerán bajo el nivel del mar cuando no se sabe cuántos huracanes habrá dentro de unos meses?
Otra previsión que no se cumplió fue la de los meteorólogos-funcionarios franceses que éste año no tendría verano. Por el calentamiento global, digo por el cambio climático. ¡Por San Al Gore, en qué estaría pensando!
Pero no ha sido así, las temperaturas han superado la media de las temperaturas de nuestros veranos.
Sólo hay dos explicaciones para que estos supuestos científicos sigan difundiendo previsiones calentólogas, pese a sus fracasos, y que los medios de comunicación les hagan caso: las subvenciones y el plan de inculcar miedo en la gente para que permita injerencias ecolojetas en su vida y la extracción de dinero y riqueza.
EL CAMBIO CLIMÁTICO EN EL SIGLO XVII
Muy interesante la Tercera de ABC y el libro publicados por el historiador Geoffrey Parker en los que analiza el empeoramiento del clima entre finales del siglo XVI y el siglo XVII. Él no culpa a los hombres de modificar el clima, sino que se limita a constatar que esos cambios ocurren y que nostros podemos estar preparados para ellos. Una postura más constructiva que la de Grinpís.
