La Marea de Pérez Henares

Y luego nos quejamos de que la luz es cara

La conmoción causada por el anuncio de un tarifazo eléctrico de más de un 11% en enero ha hecho que, más allá del más que lógico cabreo, se abra el debate de que sucede con nuestra energía y porque nos cuesta tanto la luz. En concreto, porque nos cuesta a los que más de Europa solo por debajo de irlanda, Chipre y Malta, que por su condición isleña tienen una causa común y lógica de su carestía.

Un recibo de luz en un hogar medio en España, exageraciones aparte, anda por los 85 euros. El incremento supondría unos 7 más al mes y unos 100 al año. Puede que no parezca demasiado pero en términos multiplicados por la población es de una cuantía monumental y en términos relativos y con la que está cayendo un trastazo a los esquilmados bolsillos. Y el común de las gentes, y a bote pronto, señala de inmediato a los culpables: el gobierno y las eléctricas.

Que no están en absoluto exentos de ella. El antecedente primero de lo sucedido estos días tiene un origen evidente. Un pacto de Industria con el sector suponía que para paliar el déficit de tarifa que se arrastra y que alcanza casi los 30.000 millones, las empresas contarían con 3.500 millones en el presupuesto. Él ministro Soria dijo que si, pero Montoro dijo que eso le descuadraba la cuenta y el déficit y que no. Y ya saben ustedes que sucede cuando hay colisión con hacienda y Montoro. Que se salen con la suya Montoro y Hacienda.

Enfado monumental, parche de de unos avales que no acaban de substanciarse para compensar el roto y en estas que llega la subasta trimestral. Se preveía una subida. Pero se perpetró una barbaridad: un 26% que repercutida luego en más de un 11% en el recibo. Un verdadero obús para amargar no solo la Navidad sino para agriar la leche de cualquiera. Un tiro al codillo de Soria y del Gobierno en el hígado de todos los españoles. La fulminante reacción quizás no estuviera prevista por quienes quizás tampoco querían llegar tan lejos. La CNMV invalidó la subasta y queda ahora en el Gobierno anularla y convocar una nueva. Habrá que ver, entonces, cuanto es la subida, que la habrá no lo duden. Pero importan y mucho el cuanto.

Ese es el antecedente primero. Pero en absoluto el origen de nuestros males. El palabro compuesto déficit tarifario parece ser la clave. Pero ¿Qué es?. Pues el resultante de que en realidad pagamos menos por la luz de lo que cuesta y eso queda en el debe, que ya va por la nube de esos cerca de 30.000 millones. ¿Pero por qué y cuando empezó a engordar la pelota?. Zapatero la lió dicen los unos. No, que empezó con Rato, señalan los contrarios.

Vayamos a los hechos. En efecto fue Rato el inventor del concepto cuando al afrontar una potente subida del petróleo y para no subir el recibo pactó con las eléctricas que no lo repercutieran y que en un breve plazo se les reembolsaría lo “adelantado”. Y se cumplió. El déficit tarifario estaba a cero en el año 2004. Pero el gobierno de Zapatero encontró ahí la fórmula para su sueño verde y renovable. Fuera nucleares, segundo paso tras la moratoria de Felipe Gonzalez, y vivan los molinos de viento y los paneles solares. El problema es que, en especial la fotovoltaica, la energía sale muy limpita pero a un precio imposible. Sobre todo por la prima que de origen les beneficia y que se reparte de la siguiente forma y manera: 450 euros por megavatio a la fotovoltaica, 180 euros por megavatio a la termosolar y 70 euros a la eólica. Las energías baratas, la hidroeléctrica y la nuclear, resultan claramente perjudicadas y no salen tampoco bien paradas las que se producen por componentes fósiles, gas o petróleo. La que proviene del carbón, cada vez menos relevante, también tiene subvenciones. O sea, que desde el 2004 hasta ahora ese déficit se ha disparado y no ha hecho más que engordar, porque pagamos menos de lo cuesta, las energías verdes tienen prioridad de entrada en la subasta además, sobre todo por las primas e impuestos que al coste originario se aplican.

Y esta cuestión, este sueño verde es al que nos ha llevado a la pesadilla de una deuda inmensa. De difícil solución. Porque además los contratos internacionales firmados al amparo de tales leyes y condiciones es muy difícil y peligroso romperlos. Con un añadido también muy a tener en cuenta. La energía eólica ha supuesto desarrollo tecnológico propio, son empresas españolas punteras y cada vez sus costes son más razonables y compensados por su mejora, evolución y exportación de sistemas e instalaciones. Pero en caso de la fotovoltaicas no es así para nada. Para que se entienda: no hay aquí industria propia y los paneles y la tecnología vienen de fuera, la mayoría de China. Pero si hay operadores y empresarios. Que esa es otra de las grandes falacias. Los fotovoltaicos son tan empresarios, y por tanto con el mismo objetivo, que cualquier otro. No son una ONG, ni Caritas, sino un negocio. No son los buenos ni tampoco los malos. Son como todos, aunque se vistan de seda verde y buen rollito, empresarios energéticos que buscan beneficios. Nada que ver con quien se ha puesto unas placas en una casa del campo y para subir agua del pozo. Que fueron subvencionadas muy generosamente por cierto. A quien se las pagaran. Porque algunos las pusieron, cuestan un riñón, y la subvención no llegó porque se acabó el dinero y se cerró el grifo.

Ahora tenemos que pagar ese déficit. Y ya saben quienes vamos a pagarlo. Pero esto nos lleva al fin a nuestro recibo. Y en él, si lo desglosáramos, es donde al fin descubrimos tanto el pastel descrito anteriormente como algunas guindas añadidas. Resulta que lo que en el nos viene no es el coste en si de la energía en si misma (un 35%) ni de su distribución (12,8%) y transporte (3,7%) sino que con lo que engorda y nos lo pone a la cabeza de la UE son las primas , esas primas dichosas (21,8%) y los impuestos del Estado (20,1%) . O sea, más de un 40% no tiene que ver con la producción, la red y el transporte sino con subvenciones a unos e impuestos del más diverso cariz y pelaje que por esa vía nos meten a todos.

Esa es la madre del cordero. Y la solución muy difícil. Una vez más estamos en esta situación porque se han hecho las cosas delirantemente mal en el pasado. Porque hemos puesto los ensueños por encima de las realidades y las necesidades. Y ahora, que cosas, resulta que la luz nos sale cara.

(Publicado en los diarios del Grupo PROMECAL)

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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