La característica más positiva del viaje del presidente Rajoy a Estados Unidos y su entrevista con Obama estuvo en su normalidad. El encuentro entre el líder del país más poderoso de la tierra y el dirigente de una nación aliada, de un tamaño y potencia medianas, se ha enmarcado en lo que por bastante tiempo parecía haberse dislocado. No ha habido aquí pies puestos encima de ninguna mesa, como aquellas fotos Bush-Aznar, preludio de la pose en las Azores, ni desplantes a la bandera y daguerrotipos “góticos” como los protagonizados por Zapatero.
Un clima cordial, sin estridencia ni alharacas, sin alardes de pecho y sin sacar los pies del tiesto. Estilo Rajoy, por otra parte. En un tono correcto y sin excesos. Como por otro lado corresponde. Lógicas las palabras de aliento de Obama a su invitado, felicitándole por los avances y señalando sin encono los problemas pendientes. Lo esperable por parte de un anfitrión educado y hasta amigo, aunque alguno poco menos que pretendiera que el presidente norteamericano le soltara una retahíla de reproches como si fuera el sustituto de Rubalcaba.
Normalidad pues. Y eso no me parece en absoluto malo. Constatación de la evidencia, por mucho que los empecinados en negar las evidencias, sean la crisis o los síntomas de mejora, se enroquen en que todo va peor y aún es poco para lo que viene. Han mejorado y mejoran algunas cosas, sin que la situación sea en absoluto ni mucho menos buena. El enfermo ha salido de la UCI pero para darle el alta quedan varios millones de parados de por medio. Eso es lo que se ha dicho en USA y eso, a pesar de los agoreros del Apocalipsis ahora algo dulcificados en avisadores de infortunios, es lo que las gentes de a pie perciben. Con la esperanza de que esas buenas nuevas les lleguen de una vez a ellos.
Me relatan desde allí, por testigos cualificados y buenos conocedores de EE.UU, pues en el residen, que tal vez donde Rajoy encontró más aliento y acogida fue en su encuentro con los grandes empresarios en la Cámara de Comercio. Que puede haber sido ese encuentro el que mayores frutos concretos pueda dar en el futuro inmediato. Y me subrayan que la sensación general ha sido y es que España comienza a levantarse. Nada más. Pero tampoco nada menos.
De vuelta a España, pues aquí ya se sabe, la “normalidad” es el “cristo creciente, que si Cataluña y sus cismas, que si el aborto y los rebeldes y un follón en Burgos que le roba plano hasta a la infanta imputada. Lo normal, vamos.
(Publicado en los diarios del Grupo Promecal)