Este sábado 18 enero 2014 Pedro G. Cuartango publica en El Mundo una columna titulada ‘La aporta del fiscal’ que arranca:
«Zenón de Elea, discípulo de Parménides, negaba la existencia del movimiento, del espacio y del tiempo mediante sus famosas aporías o razonamientos que encierran una paradoja irresoluble. Zenón sostenía que el veloz Aquiles nunca podría alcanzar a la tortuga porque la distancia entre dos puntos es infinitamente divisible y, por tanto, imposible de recorrer.»
Añade:
«El fiscal Horrach incurre en una aporía digna de la escuela presocrática al efectuar dos aseveraciones que parecen completamente contradictorias e incompatibles. En su último auto afirma de forma tajante que Doña Cristina no ha cometido ningún delito y que el juez Castro se está dejando llevar por una teoría de la conspiración. Pero, acto seguido, dice en el mismo escrito: «El Instituto Nóos y todas las sociedades, incluida Aizoon, no eran más que un entramado ficticio creado para drenar fondos públicos percibidos por Nóos, es decir, se trataba de sociedades pantalla sin capacidad operativa cuyo objeto era consumar la apropiación de fondos públicos». «¿Cómo se puede conciliar desde el punto de vista de la lógica esa inocencia de la Infanta que defiende Horrach con su participación al 50% en una sociedad cuyo único objeto era apropiarse de fondos públicos?»
Y concluye:
«Horrach acusaba al juez, entre otras muchas cosas, de mantener «teorías absurdas». Desde luego la suya no es que sea absurda, es que resulta totalmente incongruente e inverosímil. Lo menos que se le puede exigir a un fiscal es no atentar contra las reglas de la razón. La aporía de Zenón es inatacable desde el punto de vista de la lógica, pero los argumentos de Horrach se contradicen y no se entienden. O tal vez se entienden demasiado y perdón por la aporía.»
