Este lunes, 20 de enero de 2014, Kiko Méndez-Monasterio publica en La Gaceta una columna titulada ‘Miedo a Vox’, en la que arranca diciendo:
Estilo Jerry Maguire, en una de esas raras muestras de honradez que a veces nos regala la política, Santiago Abascal ha decidido establecerse por su cuenta. Muchos celebran el nacimiento de Vox con el entusiasmo de quien asiste a la refundación de la derecha española, precisamente ahora que el PP ya no disimula su lejanía -y en ocasiones hasta su beligerancia- con cualquier enunciado del conservadurismo.
Añade que:
Y por esta misma razón -porque a nadie le gusta que le señalen sus vicios por muy públicos que sean- que los impulsores de Vox abandonen cualquier esperanza de ser tratados con un mínimo de cortesía política por parte del Partido Popular. Ni siquiera se van a tomar con ellos el café relajante que no dudan en compartir con Bildu en Guipúzcoa o con Izquierda Unida en Extremadura.
La consigna es no ofrecerles ni agua. De hecho ya han puesto en marcha a su cohorte mediática, y los que escriben sus columnas con copia y pega del argumentario que les manda Génova, se han lanzado a desacreditar a Abascal con una furia que no utilizan ni con Artur Mas ni con Amaiur.
Y concluye:
Federico Quevedo, por ejemplo, flor y espejo del periodismo hecho al dictado, arremetía en televisión contra el político vasco, negándole cualquier legitimidad por haber disfrutado durante años de cargos públicos a la sombra del que fue su partido.