Este viernes, 31 de enero de 2014, Pilar Rahola publica en La Vanguardia una columna titulada ‘El absurdo’ en la que arranca diciendo:
De la misma forma que una justicia que tarda mucho no es justa, tampoco lo es una administración que se regodea en perseguir al débil
Añade que:
El preámbulo viene a cuento de la historia surrealista que destapó Josep Cuní en 8tv y cuyo relato crea perplejidad. Es la historia de Miguel R., un jubilado viudo que vive de alquiler con sus dos hijos adolescentes, a los que mantiene con una paga que no llega a los mil euros. Ante la crítica situación, Miguel pegó por Barcelona, Terrassa y Gavà unos cartelitos ofreciéndose a hacer mudanzas. Son aquellas notitas que llevan unos recortes con el número de teléfono para poder llamar
En Barcelona, en cambio, algún guardia urbano que no debía de tener otro trabajo que hacer de hormiguita justiciera se dedicó a ir «persiguiendo» todos los carteles y le impuso una multa de 375 euros por cada uno de ellos.
Y concluye:
Luchar contra el incivismo es una obligación; abusar del poder para machacar al débil es una vergüenza.