En los procesos “culebrones” en los que llevamos un lustro largo enredados ya no nos falta ni la “espía”. Es la última aportación a los sainetes en los que se están convirtiendo algunos casos donde ya parece importar todo excepto los hechos, las pruebas, los dictámenes, los juicios y, si un día llegan, las sentencias. Pero a los múltiples factores políticos y mediáticos que contribuyen a embarullarlo todo se han venido uniendo unos actores en busca de protagonismos ajenos a la propia justicia y que se amparan en las figuras de acusaciones populares o particulares.
Tales fórmulas, en su origen y espíritu, son muy estimables pero su abuso, manipulación y utilización torticera deberían, por pura higiene, replantearse su papel y establecer controles ante los espurio de sus acciones.
Hemos asistido a tales retorcimientos de su aplicación que se han acercado al esperpento. La pretensión del PP de ser “acusación particular” en el caso Gurtel, cuando son ellos los acusados tiene la inmediata replica en la de UGT de intentar lo mismo en el caso de los ERES y ya en el colmo de la desfachatez pero como definitiva astracanada el intento de personarse como “acusadores” de los padres, en prisión como sospechosos, de la niña Asunta, asesinada en Santiago de Compostela. En tales casos, por fortuna, los jueces han terminado por cortar por lo sano.
Pero en otros, los de acusaciones “populares”, los tribunales no quieren o tal vez ni pueden decidirse a poner remedio a lo que es una práctica que deja un rastro continuo de mugre oportunista, otras partidista y siempre interesada en cualquier cosa excepto en que la justicia resuelva con la mayor presteza y legalidad los asuntos. Porque estamos asistiendo a lo que muy podría definirse como la exhibición de las “acusaciones populares teledirigidas y retransmitidas”.
En ocasiónes es un partido en busca de tajada, pero muchas son un grupo, grupete o montaje de unos cuantos ciudadanos que se ponen un nombre rimbombante por ejemplo “Manos Limpias” pero que mañana bien podrá ser el de “Pies pulidos” o de la asociación para la defensa de las causas universales. Se personan, eso si, siempre en aquellos temas que despiertan la mayor atención, y si no ellos mismos buscan provocarla, de los medios de comunicación, pactan con ellos y zas, ya están prestos para en el primer receso de un interrogatorio o una comparecencia de un testigo dar una “rueda de prensa” o salir escopetados hacia los platos para contarlo, arrimando como es lógico el ascua a la sardina que suponen deben arrimar la brasa. Allí ya hacen de todo, normalmente de fiscal y juez y emiten de inmediato una sentencia.
El espectáculo es crecientemente obsceno y aún más cuando la necesidad de justicia y de sentencias empieza a ser un clamor generalizado en la sociedad española. Justicia y sentencia, que es lo contrario a linchamientos o a turbas esperando que tiren la cabra desde el campanario. Hay cosas que nos faltan en nuestro ordenamiento jurídico pero hay algunas que nos sobran y aún lo deterioran más de lo que está. Estos abusos son una de ellas,