DAVID GISTAU

«No hay nada honorable en la orden de acribillarlos a pelotazos y negar después haberlo hecho»

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"No hay nada honorable en la orden de acribillarlos a pelotazos y negar después haberlo hecho"
David Gistau.

No es sólo por ellos por lo que es obligado hacer preguntas difíciles. Es por nosotros, por la ley y por el modo en que el Estado gestiona estos valores colectivos

Este sábado 15 febrero 2014 David Gistau titula Noticias del muro su columna de opinión en el diario ABC.

Decidan ustedes mismos, si están dispuestos a un pequeño pero incómodo ejercicio de introspección, qué les parece más escandaloso de lo que ha resultado de la comparecencia parlamentaria del ministro del Interior acerca de los ahogamientos en Ceuta. Que el titular de la seguridad apruebe una interpretación flexible de la ley allí donde es difícil aplicarla, y ya suponemos que la de Extranjería difícilmente será sometida a tensión en el estanque del parque del Retiro. Que en su relato admita con toda tranquilidad una cadena de mentiras con las que sus propios subordinados distorsionaron la verdad de los hechos. O que invente coartadas para las expulsiones ilegales tan ofensivas para la inteligencia como la de la naturaleza transportable y retráctil de las fronteras, que al parecer no corresponderían a su fijación en los mapas, sino a la posición del guardia civil más cercano a la costa.

Añade:

No hay nada honorable en el vídeo donde los guardias contemplan sin hacer nada cómo en el agua hay hombres que bracean para no ahogarse. No hay nada honorable en la orden de acribillarlos a pelotazos -y negar después haberlo hecho-, o de usar munición de fogueo disuasoria que no hace sino sembrar el pánico porque es imposible para quien permanece en el agua estar seguro de que no se trata de munición real. No hay nada honorable en la expulsión ilegal, en el escamoteo de los derechos.

Y concluye:

Sé que la condición de esos hombres, a los que el ministro del Interior llama «atacantes», como a los delanteros centro en el relato de los partidos de fútbol, no es suficiente para escandalizarse por lo que se haga con ellos, mucho menos para poner en duda ciertos orgullos y presunciones de infalibilidad de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, no es sólo por ellos, ni por compasión, por lo que es obligado hacer ciertas preguntas difíciles. Es por nosotros mismos, por la ley, por la honorabilidad, y por el modo en que el Estado gestiona estos valores colectivos. 

 

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