Este lunes, 24 de febrero de 2014, Ignacio Camacho escribe en ABC una columna titulada ‘La monarquía catalana’ en la que arranca diciendo:
Se les ha olvidado, mecachis. Los separatistas catalanes tienen claro, y puesto por escrito en papeles oficiales, hasta el tipo de acuerdos que debería firmar el Barça con la LFP española para que la anhelada independencia no lo condenase a un eterno enfrentamiento con el Mollerussa o el Sant Andreu, pero en sus prolijos documentos de «transición nacional» no figura una definición sobre la forma del futuro Estado.
Añade que:
En este delirio de orates el Príncipe de Asturias, que no se olvida de hacer valer que también lo es de Girona, se va a meter hoy en la boca de un lobo con dientes de plástico porque la dentadura estructural -o sea, la financiera- la tiene embargada bajo hipoteca del odioso Estado opresor que le salva las cuentas del autogobierno.
Y concluye:
Con la mirada puesta en el referéndum escocés, este secesionismo biempensante que hoy recibe al Heredero simpatiza con la idea de una monarquía común de dos -o más- estados.

