Este miércoles, 26 de febrero de 2014, Kiko Méndez-Monasterio escribe en La Gaceta una columna titulada ‘La fiesta de Rajoy’ en la que arranca diciendo:
Muy tradicional en su aspecto, traje azul burócrata y rayada la corbata, el presidente sólo se ha permitido el toque de color al colocarse el zarcillo que le acredita como conquistador del Cabo de Hornos, como lo hacían los piratas que sorteaban ese cementerio de navíos. Por esa afición tan suya a caminar junto al signo más progre de los tiempos, debería aggiornar la costumbre y hacerse un piercing.
Añade que:
Las medidas anunciadas por el presidente son de las que hay que analizar con calculadora, manguitos y visera, o sea, de las que le gustan, nivel de secretario de Estado, o como mucho de ministro
Y concluye:
El discurso de hoy ha sido más parecido al que hace el operario a mitad del trabajo, que trata de vender las bondades de sus logros, pero todavía se queja de que allí ha debido trabajar gente poco profesional, que había que sanear más de lo previsto, pero que el baño va a quedar fenomenal, señora, ya lo ver
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