Este miércoles, 26 de febrero de 2014, Jaime González escribe en ABC una columna titulada ‘El último asalto’ en la que arranca diciendo:
Tal vez por exceso de cafés, o por la mala leche de algunos compañeros de partido que le andan moviendo la silla a sus espaldas, Alfredo Pérez Rubalcaba mostró ayer un insólito grado de excitación parlamentaria.
Añade que:
Su intervención recordó mucho a la de esos púgiles que, presagiando la derrota, se lanzan a una feroz ofensiva en el último asalto, descuidando la guardia.
Y concluye:
Ciertamente, algo le debió de pasar a Rubalcaba para que su intervención se convirtiera en un ejercicio de desmesura impropio de alguien curtido en mil batallas