Todos escribiremos mañana de Suarez, pero no puedo dejar de reflejar ya aquí algún sentimiento y una primera reflexión.
Fue nuestro primer presidente en libertad. Un converso a la democracia, que le abrió las puertas de par en par y acabó por ser casi el único en creer verdaderamente en ella. Fue Adolfo un hombre de Estado, con mayúsculas, pero no de partido. O sea, exactamente lo contrario de lo que después hemos venido sufriendo. En la emoción de hoy una frase suya, ya en la retirada, «Me quieren, pero no me votan». Yo fui uno de ellos, lo acabé por apreciar, respetar y querer, aunque no le voté nunca