Este 26 de marzo de 2014, Kiko Méndez-Monasterio escribe en La Gaceta una columna titulada ‘Adolfo y yo’ en la que arranca diciendo:
Algunos panegíricos han rozado el ridículo, pero la leyenda de la Transición necesitaba de un santo laico a quien encomendarse, ahora que se arrugan los cimientos de papel que se construyeron en aquella época.
Añade que:
Democracia queda poca. La que nació en el 78 ha sido tan tutelada desde el poder que a su lado el despotismo ilustrado parece un régimen de autogestión. Resistirá, supongo, lo que dure la agonía de las clases medias
Y concluye que:
La palabreja aquella del consenso se la colocan a Suárez como la condecoración más alta de todas