Bokabulario

El Imperio Progre quiere erradicar el debate libre

Hasta hace poco, la izquierda se presentaba como abanderada del libre discurso, pero desde hace unos años trata de imponer la censura a las ideas y las opiniones que le molestan.

Uno pensaría que en la época de Internet, el pensamiento y las opiniones, por intrascendentes o estúpidas que sean, serían incontrolables, y que el primer afán de quienes entrasen en las redes sociales sería seleccionar entre tantos datos, palabras, consignas y gráficos cuáles le interesan, le son útiles o son verídicos. El Imperio Progre, que busca siempre nuestro bienestar, quiere hacernos un favor, y por eso se está volcando en la censura de las opiniones que le molestan, para así crear un mundo apacible, donde sólo se hable y se piense (y se vote, claro) sobre lo que a sus centuriones les apetece.

Demos unos cuantos ejemplos.

1) El Plural, el diario del ex opusiano Enric Sopena, estaba escandalizado por que el foro de debate montado en una parroquia madrileña acogió una conferencia de Pío Moa.
El párroco explicó que un periodista le había preguntado si el cardenal Rouco estaba al tanto de la conferencia, y él le contestó que le mandaba a éste invitaciones de todos los actos. El periodista progre, aparte de censor, chivato.

2) En la Universidad Complutense, una turba de izquierdistas violentos agredió a un grupo de estudiantes católicos que repartía propaganda contra el aborto. El rector, José Carrillo, se negó a condenar las agresiones.

3)Brendan Eich, co-fundador y nuevo director ejecutivo de la Fundación Mozilla, creadora del navegador Firefox, tuvo que renunciar debido a la presión de los activistas homosexuales. Su culpa: haber donado 1.000 dólares dentro de la campaña en California para un referéndum sobre el gaymonio, y en la que además los californianos votaron en contra del gaymonio.

4) El último caso que he conocido por medio de este blog dedicado a desmontar el timo del calentamiento global es el siguiente: el Washington Post recibió hace dos meses 110.000 firmas exigiendo a los editores que prohibiesen la publicación de artículos que pusiesen en duda el dogma del calentamiento global. Una exigencia muy científica… que prueba que el ecologismo no es ciencia, sino seudo-religión.
Charles Krauthammer, que fue el que causó la histeria en los calentólogos, expone en este artículo este comportamiento totalitario, que busca cerrar el debate y conseguir la unanimidad en público.

Hace años, a partir del maldito 68, el Imperio Progre reclamó libertad de expresión absoluta, porque era lo democrático, porque las minorías debían tener derecho a dar a conocer sus opiniones y sus deseos aunque molestasen a las mayorías y porque del debate abierto saldría la verdad.

En las décadas siguientes se produjo una confusión tal que mucha gente está harta de lo que considera un ruido insoportable. Y en estas circunstancias, el Imperio Progre, que se ha hecho con los medios de comunicación y los centros académicos, ha pasado a proponer la censura… con los argumentos contrarios a los que empleó antes. Ahora pretende que las minorías se sometan a la opinión de las mayorías o del consenso sea científico, político o social, y que se callen porque confunden a las buenas gentes.

Antes, el debate sin reglas ni tabúes era sano para la política, la sociedad, la ciencia, la religión (la cristiana, claro)… Ahora, aseguran los mismos que decían lo anterior, es pernicioso y, en ocasiones, un escándalo.

Encima, como parte de esta campaña de desprestigio de la libertad de expresión, se afirma que quienes disienten lo hacen porque sus motivos son malos: están pagados por las petroleras, son racistas, son fundamentalistas, odian mucho…

Cuando Tom Wolfe estuvo en España presentando su última novela, declaró que

«Debo explicarles que, en Estados Unidos, al profesor que se manifiesta públicamente en contra de la teoría de la evolución, le echan.»

Es decir, los científicos no discuten, no debaten, no argumentan, no refutan, no investigan: montan tribunales de honor y expulsan a los condenados.

Lo único bueno que veo en este movimiento de la izquierda para aniquilar la libertad es que si tienen que recurrir a las prohibiciones de las opiniones que les irritan están más perdidos que el pobre zar Nicolás II ante los malditos bolcheviques.

CODA: El crecimiento y el decrecimiento de los glaciares alpinos, una verdad incómoda.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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