Este 20 de mayo de 2014, Alejandro Vara escribe en Vozpópuli una columna titulada ‘Llanto y crujir de Arriola‘ en la que arranca diciendo:
El veterano candidato del PP no la pifió con Elena Valenciano, la fastidió, y a modo, con Susana Griso. El debate televisivo, pese a su envaramiento, su rigidez, su lectura de papelotes, su escasa soltura, había transcurrido para el candidato del PP por el sendero previsto.
Añade que:
Pero en Antena 3, en lo de la gran Griso, el veterano Cañete -«llamadle Arias»- la pifió. Pisó el palito de lo correcto, se adentró en los terrenos de lo que la izquierda ha instituído como machismo, mencionó lo de la ‘superioridad intelectual’ frente a una mujer y reconoció que se contuvo porque ‘me conozco’.
Y concluye que:
En la noche del jueves, decenas de altos dirigentes del PP querían estrangular a Arriola por haber adormecido, maniatado y transformado al dicharachero, jovial y simpático Cañete en un personaje soso, anodino, mal lector de fichas, con el cerebro trastabillado y sin recursos del político viajado, leído y experimentado que realmente es. Craso error.