Este 29 de mayo de 2014, Kiko Méndez-Monasterio escribe en La Gaceta una columna titulada ‘Las espaldas anchas de Calvo Sotelo’ en la que arranca diciendo:
Cuando colaboró con la dictadura de Primo de Rivera, la derechona caciquil le llamaba «el ministro bolchevique» porque estaba resuelto a terminar con el fraude fiscal de los terratenientes.
Añade que:
Varios amigos le avisaron de que existían órdenes para asesinarle, pero se negó a adelantar sus vacaciones, como hicieron otros. «Ahora no me puedo marchar. Mis intervenciones parlamentarias mantienen en tensión a las pobres gentes perseguidas, acorraladas».
Y concluye que:
No le hicieron caso en vida, tuvo que ser su cadáver, arrojado en el cementerio del Este, el que hiciera entender lo irreversible de la situación creada en una República devorada por el socialismo y los separatistas.