Este sábado 14 junio 2014 Antonio Camacho titula Modernidades su columna de opinión en el diario ABC.
Sostienen los detractores de Eduardo Madina que es una criatura del tardozapaterismo, una versión algo más introvertida y menos iluminada de aquel sonriente adalid de la democraciabonita. Desde luego carece, por ahora, de la osada determinación adanista que caracterizaba al expresidente; se ha pasado meses rumiando su candidatura al liderazgo socialista, midiéndose con honestidad a sí mismo en una larga sonda de sus propias posibilidades hasta pecar por defecto de esa irresolución hamletiana que resaltan sus críticos.
Añade:
Entre tanta autoprospección ha perdido en parte el favor de su mentor emocional, que prefería la resuelta audacia de Susana Díaz y tal vez vea al nuevo aspirante poco comprometido con la principal característica de un dirigente político: la pasión absoluta, irrevocable y abismal, por el poder.
Y concluye:
Al fin se ha decidido a irrumpir en el casting sucesorio de Rubalcaba, y lo ha hecho prometiendo «un shock de modernidad». […] Al candidato no se le conoce –como tampoco a su rival Pedro Sánchez– experiencia de gestión alguna ni otra obra intelectual que exceda de los breves trinos en la red social en boga. […] Madina, al que los más suspicaces atisban tutelado por Rubalcaba, tendrá que definir en qué consiste esa terapia de choque que nos quiere prescribir contra el colapso.
