Este 17 de junio de 2014, Pablo Planas escribe en Libertad Digital una columna titulada ‘El Muñeco Diabólico, Cesc y Gay de Montellá’ en la que arranca diciendo:
Que Núria Parlon, una joven alcaldesa que contaba con el aval de destacados dirigentes del PSC, se haya negado a última hora a inmolarse en la pira sucesoria de Pere Navarro incita a barruntar que el partido de los socialistas catalanes es un coche de segunda mano trucado, un piso con cargas hipotecarias ocultas o un microondas del todo a cien.
Añade que:
Ahora mismo, el PSC infunde más sospechas que el Barça, del que Cesc se ha escapado para arrojarse en brazos de Mourinho, José Mourinho, de mala pinta que tiene la cosa por la Ciudad Condal.
Y concluye que:
En el PSC existe el amplio convencimiento de que no suscribir el engendro del derecho a decidir (tras más de cuarenta elecciones en las últimas tres décadas) es peor que fumar en público o seguir a la selección española en Cataluña