Este 11 de julio de 2014, Antonio Casado escribe en El Confidencial una columna titulada ‘Felipe IV, el crucifijo y la Biblia‘ en la que arranca diciendo:
El rey Felipe VI, nuevo en el Reino de España, ha madrugado al Gobierno en el cumplimiento de la ley, que obliga y compromete a todas las instituciones del Estado.
Añade que:
Esta modificación del protocolo decidida por la Casa del Rey no se anunció, no se propagó. Simplemente ha empezado a aplicarse. Había un precedente inmediato en el que, seguramente para bien, apenas habíamos reparado. Hablo de la inesperada desaparición de los símbolos religiosos en el solemne relevo en el trono de España.
Y concluye que:
Desde el aplastamiento del régimen republicano en 1939, la Biblia y el crucifijo habían estado presentes en actos civiles dotados de cierta solemnidad.