Bokabulario

La izquierda ‘anticasta’ comparte el discurso de ETA

Juan Carlos Monedero ha dado una lección de historia contemporánea de España.. y ha sido como escuchar a un portavoz de ETA: la Guardia Civil distribuía droga para impedir que ETA tuviese reclutas y derrotase al opresor y franquista Estado español.

Las réplicas a esta lección del profesor Monedero, posible vicepresidente del Gobierno de España si el señor marqués de Pedroso de Lara sigue sacando en sus televisiones a los jerarcas de Podemos, han sido confusas y débiles, por lo que yo doy la mía, que espero aclare a los lectores la calaña del personaje.

1º) ¿Ha habido policías implicados en el tráfico de drogas en el País Vasco? Sí, y ahí están las condenas. Como hay policías, guardias civiles, funcionarios de aduanas, secretarios de ayuntamiento, ertzainas, mozos de escuadra, concejales, alcaldes, inspectores de Hacienda, ex presidentes de la Generalitat (al menos uno), ex ministros y otros muchos funcionarios y cargos electos implicados en numerosos casos de corrupción y tráfico de drogas y hasta de personas.

2º) ¿Quiero esto decir que ha existido un plan para desmotivar a la juventud revolucionaria vasca mediante la difusión de drogas? No. La droga creció en toda España, casualmente con el impulso de la izquierda política e intelectual que consideraba la droga como algo lúdico (era el palabro de la época), inofensivo (diferencia entre drogas duras y blandas), creativo, antifranquista y hasta anticapitalista.
Fue el PSOE de Glez el que despenalizó el consumo de drogas. Como muestra de la relación de la izquierda con las drogas y de su concepción como sustancias inofensivas, se puede citar la arenga de Enrique Tierno Galván a la chusma de un mitin: «el que no esté ‘colocao’ que se coloque».
La insistencia de la izquierda abertzale y de sus compañeros de viaje estatales en atribuir la extensión de la droga y el sida entre la juventud vasca recuerda el plan elaborado en la URSS de culpar a EEUU de haber fabricado el virus del sida, que todavía se repite pese a las pruebas de que fue un montaje.
Otro caso que demuestra que para la izquierda todo es político y que hasta la mentira cumple una función política.

3º) ¿Qué es lo repugnante del comentario del profesor universitario Juan Carlos Monedero? ETA asesinó a gente acusándola de narcotraficante y de corruptora de la juventud abertzale. Hasta 32 personas.
Lo miserable en Monedero es que acepta la explicación etarra para interpretar, justificar y disculpar los asesinatos terroristas. Para él esas personas no son víctimas del terrorismo, sino instrumentos de un Estado ilegítimo, casi colonial, y por tanto su asesinato no le conmueve.
ETA solía unir al asesinato la infamia. Cuando la víctima era o demasiado popular o demasiado pobre o demasiado inocente, sus comunicados y sus círculos difundían la explicación: «chivato», «franquista», «oligarca», «explotador»… y «narcotraficante». Todo ello, se resumía en una de las expresiones más canallescas de la Transición: «algo habrá hecho».
Por cierto, ¿no le habría sido más sencillo mantener la acusación de delator a sus víctimas en vez de la de camello?

4º) ¿A qué se debieron las altas tasas de sida en Vizcaya y Guipúzcoa? Una causa de la espantosa epidemia de sida en esos años se encuentra en la flota pesquera vasca. Bermeo fue uno de los municipios con mayor porcentaje de seropositivos de España respecto a la población, porque parte de la marinería de la flota pesquera venía infectada en África, y una vez en casa difundían el virus.
Lógicamente, los etarras y demás nazionalistas vascos prefieren hallar la razón en una conspiración madrileña.

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¿Por qué ETA mataba camellos y similares, que es en lo que no quiere entrar Monedero ni otros blanquadores de ETA, como Luis R. Aizpeolea (que ha llegado a insinuar que a Pertur lo mataron los servicios secretos franquistas)?

Porque una de las vías de financiación (y de control social) etarra era el tráfico de drogas, tal como han hecho otros muchos grupos terroristas, del que es modelo las FARC colombianas. En los últimos años, muchos miembros de ETA estaban metido en la droga, como consumidores y camellos y Roberto Saviano declaró que ETA también recurría al narcotráfico.

La izquierda que representan Monedero y Pablo Iglesias, junto con los habituales tontos útiles, es la misma, con 30 años menos, que daba cobijo a los etarras que venían a poner bombas en Madrid (caso de Eva Forest) o que jaleaba sus asesinatos, hasta que empezaron a matar obreros con sus coches-bomba.

Lo asqueroso de esa lección de historia de Monedero, pronunciada en una sede de Izquierda Unida, es que en ella se encuentra la pasión de la izquierda de culpar a las víctimas de su desgracia, como obstáculos en la marcha gloriosa hacia la sociedad sin clases, sean empresarios secuestrados, policías reventados, viejas apuñaladas, chicas violadas, obreros desempleados o camellos desnucados a balazos.

Hay que felicitar a los medios de comunicación españoles por estar convirtiendo en tercer partido de España a una extrema izquierda que en Francia, Italia o Alemania está reducida a los basureros intelectuales.

CODA: El mejor análisis que he leído sobre las palabras del funcionario Monedero , cuyo sueldo pagan los madrileños a través de la Comunidad de Madrid, es de David Gistau (ABC, 5-9-2014):

La teoría de Monedero sugiere que el Estado era el gran proveedor de heroína para mantener amodorrada, alienada, a una juventud llena de virtudes roussonianas que fluían armoniosamente hacia un destino combativo. Esta reflexión de Monedero (…) es puro siglo XX: señala en la militancia el único camino de redención posible para jóvenes que sin la tutela de una ideología están abocados a ser víctimas de la maldad natural de todo cuanto empieza donde termina la cápsula sectaria. (…) O etarra o yonqui, dice Monedero. Como si no hubiera existido una tercera opción: vivir una vida decente sin causar daño a nadie en el ara de la ideología.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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