Este 30 de septiembre de 2014, escribe José García Abad en El Plural una columna titulada ‘Presupuestos electoralistas’ en la que arranca diciendo:
A diferencia de lo acostumbrado, este año los Presupuestos Generales del Estado, la ley económica básica y de evidente trascendencia política, están pasando un tanto desapercibidos. Su contenido era perfectamente previsible.
El Gobierno necesitaba dar un mensaje levemente optimista, de forma que fuera creíble, en vísperas de las elecciones autonómicas y locales y disponer de cierta alegría en el gasto en 2015, el año de las elecciones generales.
Añade que:
Cuenta el Gobierno con la bonanza de la economía española que permite la ilusión de que somos el motor de Europa.
El Gobierno piensa que podrá permitirse levantar el pie del freno, echar algunos troncos en la caldera económica y al mismo tiempo conseguir un déficit del 4, 2 por ciento, tal como está mandado.
Y concluye:
Solo falta convencer a Ángela Merkel que disfruta de un superavit del 10 por ciento que bien podría dedicarlo a aumentar la inversión pública, a sus bacheadas autobahn y al gasto social.
Creo que Mariano Rajoy está convencido de que la reducción de impuestos que prometió en su programa electoral lo pagará el déficit público más que la reactivación económica. Es el comportamiento habitual cuando se convoca al pueblo a las urnas.
