El viernes 3 de octubre de 2014, escribe José María Carrascal en ABC una columna titulada ‘¿David o Sansón?‘ que arranca:
Cataluña se halla en estado de alzamiento, o de motín más bien, pues no se produce en los cuarteles sino en la calle, aunque fomentado desde los despachos. Los políticos catalanes intentan nadar y guardar la ropa dejando a las multitudes vulnerar la sentencia del Tribunal Constitucional, que prohíbe la consulta y cuantos actos la promuevan.
Prosigue:
Todos aquellos que durante años y aún décadas nos decían que el caso catalán se resolvía con concesiones fiscales y políticas a los nacionalistas, nos dicen ahora que el diálogo es la salida más sabia y acusan a Rajoy de inmovilista. Cuando no hay mayor inmovilismo que el nacionalismo, siempre pidiendo más soberanía, con la independencia como meta.
Concluye Carrascal:
Diálogo, debe de ser la respuesta, pero en serio, sin camuflajes ni trampas ni cartas marcadas ni subterfugios. Respetando las normas existentes hasta que logremos ponernos de acuerdo en otras nuevas. Entre todos los españoles, ya que somos tan iguales como distintos. Y si alguno de nosotros decide separarse, qué le vamos a hacer, se separa y en paz.