Este 3 de octubre de 2014, escribe Leopoldo Abadía una columna titulada ‘Cristóbal y el presupuesto de mi familia‘ en la que arranca diciendo:
Salieron los presupuestos, que, como ya sabía mi mujer cuando nos casamos hace 56 años, aunque había estudiado Medicina y no ADE, porque entonces no existía, consisten en prever los ingresos que habrá durante el año y, con ese dinerillo, gastar lo que se pueda. Y si con los ingresos no llega para pagar los gastos, sacar dinero de algún sitio.
Añade que:
El modelo de Estado, con su Administración central y sus 17 autonomías, se mantendrá. Cada Administración gritará -ya han empezado- y exigirá que le den más que a las demás, porque usted no sabe lo importante que soy yo y lo bien que hago las cosas.
Y concluye que:
Cuando acabábamos el presupuesto, mi mujer y yo no le poníamos ningún título. Le llamábamos simplemente «el presupuesto». Los ministros de Economía suelen darles nombre. El de este año es una «herramienta para alcanzar la recuperación de la economía española». Como nombre, me parece muy bien, aunque también se le podía haber llamado «a ver qué sale». ¡Suerte!
