Este sábado 4 octubre 2014 Enric González titula Indiferencia su sección 43 grados en El Mundo.
La cuestión catalana ha abierto una crisis. La situación es grave, y en eso existe, creo, un consenso general. No hace falta abundar en la posición extravagante de quien técnicamente asume el liderazgo del independentismo, Artur Mas: presidente de un partido enfangado en corrupción, fundado por un banquero tramposo y defraudador fiscal, en cuyo programa jamás ha figurado la aspiración a la independencia.
Añade:
El unionismo, oficialmente encabezado por el Rey pero gestionado, como ordena la Constitución, por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mantiene la política de dar carrete a los independentistas hasta que se cansen. Ha evitado hasta el momento imponer la ley para no crear víctimas que, según la tradición catalanista, se convertirían automáticamente en héroes.
Y concluye:
Rajoy debe saber, a diferencia de otros unionistas más inflamados, que la mayoría de la población catalana simpatiza con la alegre kermesse del llamado derecho a decidir, y prefiere no crear más bronca que la estrictamente necesaria, es decir, la que genera Montoro con sus absurdos recortes a la inversión en Cataluña. Se echa en falta, en cualquier caso, un poco más de entusiasmo por la idea de España.