Este 7 de octubre de 2014, escribe Antonio Casado en El Confidencial una columna titulada ‘Hacia el final de la aventura‘ en la que arranca diciendo:
Al presidente de la Generalitat, Artur Mas, que en su día se autocalificó de «actor principal del proceso soberanista», le han vuelto a temblar las piernas. Por boca del número dos, Francesc Homs, nos hace saber que el espejismo empieza a desvanecerse. Y que a la piscina apenas le queda agua para seguir braceando una semana contra el Estado de derecho.
Añade que:
En el ámbito estrictamente político, poco más pueden hacer ya los dirigentes de CiU que movilizar a los alcaldes ante la jornada del 9-N, rozando de nuevo la legalidad y a sabiendas de que ya no se podrá votar «con todas las garantías legales y democráticas», en expresión del propio Artur Mas.
Y concluye que:
La alternativa es prolongar la legislatura e intentar la remontada formando otra mayoría, seguramente con los socialistas de Iceta, sobre un nuevo mantra para el derecho a decidir: la reforma de la Constitución Española. Parece la salida más lógica, una vez que se declare la inviabilidad de la consulta y la subsiguiente bifurcación de los caminos de Mas y Oriol Junqueras, que están a cinco minutos de empezar a echarse la culpa mutuamente por el fin de la aventura.