El líder del PSOE y la eliminación del Ministerio de Defensa

¿Son las cosas del socialista Pedro Sánchez sólo ocurrencias?

El nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, lleva siendo noticia en las últimas semanas por una serie de actuaciones y/o declaraciones que algunos de forma benévola han calificado de «ocurrencias».

Las dos últimas, la semana pasada, fueron solicitar, nada más y nada menos, que las víctimas de la violencia de género tuvieran funerales de Estado y decir que el Ministerio que sobra es el de Defensa.

La cuestión es si estamos sólo ante unas «ocurrencias» o hay algo más. Algunos, entre los que me encuentro, cuando se empezó a intuir que Sánchez podía ganar las primarias dentro de su partido y ser el sustituto de Rubalcaba, expresamos nuestras dudas sobre la consistencia política del personaje en base a su escaso y pobre currículo político: no había pasado de ser concejal en el Ayuntamiento de Madrid y diputado de a pie en el Congreso. Ante estas dudas, sus defensores esgrimían que Zapatero también tenía una trayectoria similar y sin embargo llegó a la Presidencia del Gobierno.

Sin quizás quererlo, sus defensores habían puesto el dedo en la llaga: ¿no será Sánchez un producto de la «fábrica» Zapatero?

Para ser el líder del PSOE en este momento tan importante y crítico de nuestro País se necesita algo más que ser un joven político con atractivo personal, que no suele usar corbata, que lleva siempre camisa blanca, que procurar mostrarse cercano y un poco «colegí» en su relación con los demás, que llama a un programa de televisión del corazón para dejar claro su oposición al maltrato animal a raíz de la polémica surgida por la fiesta del toro de la Vega en Tordesillas.

El PSOE está inmerso desde hace tres años en una profunda crisis de ideas y de personas que ha tenido su más descarnado reflejo en el castigo electoral que ha sufrido tanto en las elecciones generales de 2011 como en las europeas del pasado mes de mayo. Una crisis que se llevó por delante al mismísimo Rubalcaba.

Esa crisis se ha visto agudizada por el surgimiento en su mismo espacio ideológico de una nueva fuerza política, Podemos, cuyo discurso y sus jóvenes líderes tienen mucha más pegada y atractivo que ese viejo PSOE que ahora Sánchez quiere rejuvenecer.

Las encuestas sitúan a Podemos con una intención de voto similar o incluso en algunos casos superior al PSOE.

Ese es el drama de los socialistas. Y si para hacerle frente, Sánchez cree que la solución es ir soltando cada semana una «ocurrencia», su fracaso está asegurado. El PSOE es un partido centenario y con vocación de gobierno en España.

Para eso hace falta un discurso y un posicionamiento ideológico serio. La gran duda es si Sánchez es la persona adecuada para ello.

De momento sus primeros movimientos u «ocurrencias» han sembrado muchas dudas. El tiempo, no mucho ciertamente, las despejará.

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