Este 15 de octubre de 2014, escribe María Blanco en Voz Pópuli una columna titulada ‘Mi vida como un perro (con ébola)’ en la que arranca diciendo:
La pasada semana ocurrió un hecho que incendió las redes sociales, dividió a las familias, desenmascaró a muchos, escandalizó a otros y a casi nadie dejó indiferente. Se sacrificó a Excalibur, el perro de la auxiliar de enfermería contagiada por el ébola. Hay mucha rabia e impotencia en las reacciones de muchas personas, probablemente con razón, pero también una ocasión impagable para machacar al que está ahí arriba gestionando el país sea como sea.
Añade que:
Ahora que hay más contagios en otros países, parece que el discurso político se desactiva poco a poco, aunque el fuego encendido aún tiene brasa. Y no digo que no haya razones. Lo que digo es que todo es demasiado complejo como para que sea Ana Mato la única responsable. La única.
Y concluye que:
Tal vez si las autoridades hubieran ofrecido la posibilidad de la investigación se habría salvado más de una vida, la de Excalibur y la de algún humano.