Este 17 de octubre de 2014, escribe Esther Esteban en Europa Press una columna titulada ‘Gastos nocturnos‘ en la que arranca diciendo:
Lo leo y lo creo. Eso es lo malo. Lo normal en una sociedad de individuos y responsables públicos decentes sería esperar a ver el veredicto de los tribunales antes de hacer un juicio mediático sobre el comportamiento de algunos. El problema es que aquí, con el caso de las famosas tarjetas negras de «tócameroque» de Caja Madrid todo lo que leemos tenemos que creerlo porque es cierto ni más ni menos.
Añade que:
Vivían a tope, disparaban con pólvora del rey y no se privaban de nada, porque para privaciones ya las tenían los clientes de la entidad que les habían convertido a ellos una elite tramposa de nuevos ricos.
Y concluye que:
Si uno lee con detenimiento las partidas de gastos no puede evitar sonrojarse, ni tampoco pensar qué país hemos construido, de corruptos, mangantes y sinvergüenzas.
