El relevo generacional

Llegan las caras nuevas a la política española: ¿eso es bueno?

Llegan las caras nuevas a la política española: ¿eso es bueno?
Antonio Miguel Carmona. EP

Hay que reconocerlo: el relevo generacional ha llegado súbitamente a nuestra política. El panorama se puebla de caras nuevas, dispuestas a competir en las próximas elecciones autonómicas y municipales y, claro, en las generales.

En la ciudad de Madrid, no queda ni un solo candidato ‘de los de antes’, si se exceptúan los casos del socialista Tomás Gómez y del ‘popular’ Ignacio González para la Comunidad, y en ambos casos se trata de personajes que aún podrían considerarse inéditos ante las urnas autonómicas.

Por lo demás, los Antonio Carmona, Tania Sánchez y vaya usted a saber quiénes más -porque también en Izquierda Unida se ha producido una súbita renovación- van a competir por ocupar puestos en la Asamblea y en el Ayuntamiento.

Y así va a ocurrir en casi toda España: hay una generación cansada, quemada, en algunos casos desprestigiada, que sucumbe ante el ímpetu de formaciones nuevas, modos de entender la política nuevos, que van a presionar -pienso, confío- para abrir caminos nuevos.

No crea usted, amable lector, que el párrafo anterior esconde un mudo aplauso a la llegada de formaciones como Podemos, o hacia opciones como Ganemos, de Ada Colau. No tengo aún un concepto demasiado formado y definido ante ambos, porque entiendo que todavía están ‘in fieri’, cociendo sus estructuras definitivas, sus acuerdos preelectorales, si es que los completan.

Simplemente hago notar que personas que hace apenas un año eran por completo desconocidas, o que, por este desconocimiento, nadie pensó que pudieran llegar a donde han llegado, reclaman un puesto en el club, tan cerrado hasta ahora, de la política española.

Y no creo que eso sea malo: ha habido relevo en la cúpula del Estado, en el liderazgo de la oposición, han irrumpido formaciones nuevas, gentes que no parecían llamadas al ejercicio tradicional -entendido ‘a la española’- de la política. Ahora, hay que sedimentar todo esto, que aún anda un poco ‘liado’, por utilizar una expresión rajoyana.

Y me parece que los políticos instalados en-lo-de-toda-la-vida han de iniciar una reflexión profunda sobre esta oleada que llega.

Para que nadie me acuse de no concretar, pienso que ha de ser, lógicamente, el partido en el poder el primero en poner en marcha este debate interno, que no puede prolongarse demasiado si realmente este partido en el poder quiere seguir siéndolo.

No digo yo que la llegada de rostros nuevos, especialmente en el sector izquierdo del tapiz político nacional, sea una amenaza directa a corto plazo para el PP; es un aviso de que nuevos tiempos llaman a la puerta y de que este año 2015 nos va a deparar muchas sorpresas, puede que no todas agradables para eso que yo me resisto a llamar ‘la casta’, pero que sí denominaré ‘clase política tradicional’.

Que, por cierto, para nada tiene por qué ser peor que los que ahora llegan.

 

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