Este 24 de octubre de 2014, escribe Joan Tapia en El Confidencial una columna titulada ‘¿Qué pasa el día después del 9-N?’ en la que arranca diciendo:
El pasado miércoles decía que la ruptura de la unidad del frente soberanista y la necesidad de renunciar a la consulta y ‘tragar’ la suspensión decretada por el Constitucional eran dos serios reveses para Artur Mas
Añade que:
Pero que el líder convergente -premio a la combatividad y aspirante al de la temeridad- no tiraba la toalla, y como buen prestidigitador -Salvador Sostres en El Mundo le calificó de trilero- había transformado la consulta del 9-N «con todas las garantías democráticas» en un «proceso participativo» sin censo electoral y con las mesas electorales y la organización controladas por voluntarios. Independentistas, por supuesto.
Y concluye que:
La situación de Mas ha empeorado -nadie cree seriamente en la pseudoconsulta- pero el president sigue.