Miguel Bosé, que hasta se la ha dejado, la coleta digo, lo ha escenificado y aprovechado, incluso, para hacer promoción de su nuevo disco arrimándose a la corriente. Pero el paso de baile de Bosé no es solitario, es coral, es en tropel y de la tropa casi, y sin casi, al completo. El cambio de la ceja a la coleta es tendencia, trending topic o como se diga y en crescendo. Por todos los territorios y en todos los escenarios, desde discretas oficinas funcionariales, donde colocados de ayer que quieren seguir siéndolo mañana se ofrecen, a políticos con escaño que no quieren perderlo aunque sea dejando a la sigla en la cuneta; desde juzgados a universidades, desde sindicalistas televisivos a banqueras guardando la ropa y, como no, con el mascaron de proa de la cultura, de los artistas, de los del cine, de los de la música, de los de la pluma, de los de la ceja vamos. Con contadas excepciones, el tandem Sabina-Serrat, la migración de los ñues en busca de los frescos pastos al otro lado del Masai-Mara ya esta en marcha. Aunque hay que reconocer que no han sido los primeros. Los primeros hemos sido los periodistas, y a la vanguardia, los tertulianos. Los que ayer eran íntimos de ZP, los que hasta jugaban con el al baloncesto en la Moncloa conexiones y amistades para saber a que le gusta jugar a Pablo Iglesias.
Es por otro lado lo más coherente y lógico. Nadie entienda crítica en ese moviemto que no es sino el fluir natural de su camino. En realidad José Luis Rodríguez Zapatero bien puede ser considerado como el Juan Bautista del nuevo Mesias. Su mensaje, su figura no hacía sino anunciar su advenimiento. Y prepararlo.
Es ese pensamiento, llamémosle así para entendernos, evanescente y disolvente, de quien fuera causante de la corrosión de los valores constitucionales, desde la Nación hasta el propio pacto de convivencia, su dolosa genuflexión ante el principio de secesión o la exhumación del odio desparramado en la Guerra Civil, es donde se iniciaron los senderos que nos tienen ahora en una encrucijada de consecuencias desconocidas y puede que traumáticas. El ZP, que dejó a España cayendo por el precipicio y a su partido en la sima, no es otra cosa que el arcangélico querubín que trompeteaba el advenimiento del Salvador. Y perdónenme la metáfora religiosa, pero es que el propio profeta se apellida Iglesias.
Así que nada más lógico que quienes fueron los enfervorizados seguidores del primero se pasen ahora con armas y bagajes, con o sin sordina, pero cada vez con más creciente desparpajo según avanzan desde el desierto hacia los oasis y los palacios. No hace falta más que vean los debates y comprueben como muchos de quienes ayer bebían en los manantiales del PSOE ya no abrevan y hasta abjuran de tales aguas. Ya olfatean otro vino y otras rosas.
P.D. ¿Se han percatado que desde que amaneció Podemos en las urnas se han apagado las manifestaciones, algaradas, escarches, rodeos del Congreso y vandalismos varios?. Me alegro por supuesto. Mejor que voten a que rompan. Pero relación y su miga tiene la cosa.
