Este 12 de noviembre de 2014 escribe José Antonio Zarzalejos en El Confidencial una columna titulada ‘Las cinco verdades y las cinco mentiras del desastroso 9‘ en la que aranca diciendo:
El secesionismo -con gamas diferentes en los partidos referidos- ha revalidado las dimensiones de las movilizaciones de las tres Diadas (2012, 13 y 14), pero no ha avanzado, sobre todo si se tiene en cuenta que el posible (no hay certeza) censo sobre el que la consulta se basaba incluía a los menores de 16 años y a los extranjeros residentes. No es verdad, o es relativa, sin embargo, que la jornada constituyese un «éxito total» como proclamó Artur Mas: cuatro millones de catalanes no se sintieron concernidos por la convocatoria clandestina e ilegal de la Generalitat.
Y añade que:
Es verdad -la tercera y consecuencia de la anterior- que Mas le ganó por la mano a Rajoy, que durante toda la jornada permaneció sordo y mudo, y sólo a las 21:08 horas del domingo hizo salir a su ministro de Justicia, Rafael Catalá, a leer una tardía declaración que descalificaba el 9-N en términos ya reiterativos, sin aportar nada nuevo. Pero tampoco es cierto que la pretensión de Mas fuera sólo la de desafiar al Estado o a Rajoy, porque en sus intenciones estaba -y lo logró- arrebatar el liderazgo del separatismo a Oriol Junqueras de modo y manera que el 9-N ha sido un ajuste de cuentas entre los soberanistas con independencia del zarandeo que supuso para el Estado.
Y concluye que:
Hay más verdades y más mentiras, pero las enunciadas son, creo, las más obvias (las verdades) y las más groseras (las mentiras). En cuanto al desastre que constituyó el 9-N se resume en la superioridad de la fuerza y energía de las tensiones disgregadoras sobre las integradoras; la desautorización al Tribunal Constitucional y la sensación de que el Estado no está presente en Cataluña.