Este 17 de noviembre de 2014 escribe Fernando Jáuregui en Europa Press una columna titulada ‘Todo cambia, todo permance‘ en la que arranca diciendo:
En Brisbane, casi en las antípodas, donde está Rajoy, se hablaba de ‘cambio climático’, y de más cambios menos explícitos. En Extremadura, donde estaba Pedro Sánchez, se habló del ‘hambre de cambio’, sin referirse solamente, claro está, al relevo del presidente extremeño, el ahora muy célebre José Antonio Monago, que ha pasado toda la semana explicando sus viajes a Canarias. Pero quien copó este sábado los titulares, por encima de Monago, de Rajoy y hasta de Obama, que también estaba en Australia, fue Pablo Iglesias, que se consolidó como líder de ‘Podemos’ en un acto con algo más de un millar y medio de personas que concluyó con la canción de Mercedes Sosa, ‘cambia, todo cambia’.
Y añade que:
No importa: creo que la existencia de Podemos es útil, por cuanto nos obliga a muchos que tal vez algunos de ellos consideren ‘casta’, a reflexionar sobre lo mucho, muchísimo, que hemos hecho y estamos haciendo mal. Una televisión amiga de ellos me preguntó, a la entrada, qué pienso yo que puede aportar Podemos. Les dije que creo que es una pulsión para que otros, con mayores posibilidades y vocación de gobierno inmediato, hagan los cambios que necesariamente hay que hacer.
Y concluye que:
Si todo el programa se resume a un ‘los vamos a echar’, refiriéndose a ‘la casta’, y que cada cual entienda por ‘casta’ lo que le parezca, habremos avanzado poco: habremos sustituido las corbatas por una coleta, y eso es algo que ya no impresiona a nadie. Como las apelaciones, tan sentidas y tan poco efectivas, al cambio climático, allá en las antípodas. O como el ‘hambre de cambio’ -¿de qué cambio?¿Hacia dónde?¿Cuándo?¿Cuanto?- que Pedro Sánchez esgrime para echar a Monago y no solamente, claro está, a Monago.