Cuando no hace mucho tiempo, el Presidente del Gobierno dijo, sin que nadie le preguntará por ello, que Esperanza Aguirre contaba con todo su apoyo, a muchos en Génova, sede central del PP, les costó digerir esas palabras. Nunca nadie esperaba que Rajoy utilizara una palabra más alta que otra ni con respecto a Esperanza Aguirre ni a ninguna otra persona de su partido, pero tampoco contaban con este apoyo expresó «después de la que ha caído en Madrid, porque muchos de nuestros males han tenido su cuna, aquí, en Madrid, al lado de Esperanza».
Algunos vieron en estas palabras de Rajoy una especie de proclamación adelantada de Aguirre como candidata a la alcaldía madrileña. Personalmente y así lo he dicho donde me ha tocado hablar, pensé que Rajoy, que se entera de todo más de lo que parece, lo que pretendía era cerrar el boquete de distanciamiento y desacuerdo entre Génova y la presidenta del PP de Madrid. Que buena parte de la dirección nacional del PP no quiere mucho a Aguirre es una evidencia incluso para ella misma y siendo esto cierto no lo es menos que ella, Esperanza Aguirre, ha hecho de este desafecto una especie de bandera y ella ha sido, por decirle de algún modo, mucho más «pizpireta» en relación a sus compañeros que sus compañeros hacia ella que, al menos en publico, han tenido siempre buen ciudadano de no echar gasolina al fuego. Le han dejado hacer y decir aunque lo que hiciera o dijera no se considerara oportuno.
Ha tenido que llegar el episodio de Beltrán Gutiérrez, ex gerente del PP madrileño, cesado del cargo por haber hecho uso de las tarjetas opacas de Caja Madrid hasta un total de 58.000 euros pero recuperado por el PP madrileño como «trabajador» del partido. Su cese como gerente es competencia de la dirección nacional; es decir de María Dolores de Cospedal pero de su permanencia o contratación como «trabajador» del PP madrileño es competencia de este; es decir, de Esperanza Aguirre y por ello Cospedal, en entrevista a 13 TV dijo que «es el PP de Madrid el que ha querido seguir con ese contrato y es al PP de Madrid el que tiene que dar una explicación».
En política no hay nada inocente. Ni inocentes han sido nunca las palabras y gestos de Esperanza Aguirre ni una ocurrencia las palabras de María Dolores de Cospedal que, en este caso, ha optado por no callarse, entre otras razones porque ya no le caben más «marrones» en su mochila. Ni uno más. Si a esto se añade el famoso examen a tres candidatos a alcaldías madrileñas criticado dentro u fuera del partido y por los propios alcaldes madrileños que han dicho que por ahí no pasan, es fácil imaginar el grado de desencuentro entre el PP de Cospedal y el PP de Aguirre.
Conocer las interioridades más íntimas de un partido, en este caso del PP, es casi imposible, pero no deja de resultar llamativo que cuando todo el partido tiembla, Esperanza Aguirre, además de pedir perdón, piense o llegue a creer que ella está a salvo de todo y de todos y «además de discursos como si todos los demás fuéramos tontos y lecciones las justas no hay que olvidar que fue en Madrid donde nació Gürtel, de Madrid es Granados. Si se habla hay que hacerlo más bajito», afirman en Génova. Es seguro que Aguirre también tendrá sus reproches que hacer pero en esta ocasión la autoridad de Rajoy ha demostrado tener un límite. Su apoyo expresó ya no es bastante para que en Génova se callen y no se van a callar.
Repasando el listado femenino más relevante del PP, no cabe duda que, al final, la más inteligente, la que mejor se ha olido la jugada ha sido Ana Botella que dio un paso atrás y ahora para su tranquilidad está por encima de la marejada. Siempre lo dijo: «no estoy hecha para las pugnas». Y las hay, claro que las hay.