Este 24 de noviembre de 2014, escribe Ignacio Camacho en ABC una columna titulada ‘La beca black‘ en la que arranca diciendo:
Que un asesor de Rajoy llevase ocho meses disfrutando de una beca discrecional en una universidad de Madrid. Mil ochocientos euros al mes por un encargo cuyas obligaciones presenciales no cumplía, entregado en cuerpo y alma a la causa de la política. Una beca dotada por el Gobierno de la Comunidad y concedida a dedo por un profesor militante del PP en un concurso con un solo candidato. Una beca-black fruto de un manifiesto chanchullo de amiguismo e influencias.
El escándalo habría ocupado portadas y horas de debate televisado. Trendingtopic en las redes sociales.
Añade que:
Pues bien: esa beca fantasma existe en la Universidad de Málaga pero su beneficiario es, mecachis, Íñigo Errejón, dirigente del núcleo duro de Podemos. Brillante estratega de cabecera de Pablo Iglesias y director de la campaña electoral europea durante el tiempo que teóricamente debía haber dedicado, a razón de 40 horas semanales, a inventariar viviendas desocupadas.
Y concluye que:
Las tertulias abordan la cuestión como si saltasen sobre ascuas y el interesado se muestra airado y susceptible ante las dudas sobre su honorabilidad. Los jefes de Podemos, siempre atentos a la presencia mediática, rehúyen las entrevistas y sus simpatizantes hablan de «ataque orquestado» y de «campaña de odio». No ven nada que discutir ni reprochar: se trata de un torticero infundio de la casta. Bienvenidos a la vieja, sempiterna política.