Podemos nace con un plan sencillo, asaltar el Paraíso, para lo cual no le hace falta programa ninguno.
Ya lo harán, cuando tengan un rato. Total, Iglesias, Monedero, Errejón y compañía son españoles, concretamente españoles criados en un tiempo políticamente detenido, bajo un Régimen corrompido (no se le enterró en su momento, junto al sátrapa que lo alumbró) y en una sociedad donde ni la razón ni el mérito paciente servían para nada.
Para Errejón, por ejemplo, no parece haber contradicción alguna entre las ideas emancipadoras que defiende y el enchufe o el amiguismo. Donde se ha criado, donde nos hemos criado, la picaresca ha sido la única cucaña que, limpia de grasa, conducía al jamón.
Otra encuesta, la de Sigma-Dos para El Mundo ésta vez, da ya por segura y abrumadora la victoria electoral de Podemos si se celebraran hoy las elecciones.
Así, por la patilla, sin programa ni nada, sólo con unos cuantos eslógan que prometen la felicidad económica a las depauperadas víctimas de la rapacidad criminal de los que han venido detentando, por la patilla también, el poder político en España, siempre subordinado, servil, al poder económico y financiero.
Pero cuenta con una ayuda impagable, la que le prestan los partidos, sus empleados, los poderes fácticos y los medios afines con sus ridículas campañas de descrédito. Primero, porque muchos consideran que los enemigos del enemigo son sus amigos, y, segundo, porque el buscarse la vida al acaso, como sea, preferiblemente chupando del presupuesto, no se percibe como una monstruosidad moral, sino como una necesidad de la supervivencia.
Ahora bien; Podemos, ese futuro de duración incierta, tiene un enemigo potentísimo y devastador que podría dar al traste con sus aspiraciones paradisíacas: él mismo.
A todos nos pasa eso, que somos el peor enemigo de nosotros mismos, pero a Podemos, más, toda vez que van cegados, con tanta determinación como torpeza, en pos del espejismo de un Paraíso que no existe.
