Esta 25 de noviembre de 2014 escribe Esther Esteban en Europa Press una columna titulada ‘Duquesa y Tonadillera, a su pesar‘ en la que arranca diciendo:
La amiga de un amigo mío nos envió el viernes, cuando estábamos en un programa de televisión, un mensaje en el que decía. «Que curioso, hoy son noticia una Duquesa que quería ser folklórica y una folklórica que quería ser Duquesa».
Y añade que:
¿Qué decir de la Duquesa de la que se han escrito ríos de tinta?… Se ha dicho que era rebelde, apasionada, libre, valiente, amiga de frecuentar a toreros y artistas como si eso fuera un mérito sobrenatural en alguien que jamás ha sabido lo que es ganarse el pan con el sudor de la frente.
Y concluye que:
Quien también pensó que podía hacer lo que le viniera en gana es la tonadillera que, en su afán por vivir como una Duquesa, ha dado con sus huesos en la cárcel. Ella tampoco tuvo suficiente con su copla, sus conciertos millonarios, su público y su título de viuda de España. Isabel Pantoja ha intentado hacer de todo para evitar lo inevitable, presentándose como cabeza de turco en el apestoso lodazal de la corrupción política, pero no ha colado. Atrás quedaron sus momentos de «dientes, dientes» mientras blanqueaba el dinero que su hombre, Julián Muñoz, nos robaba a todos.