Las imágenes son tan evidentes y tan elocuentes que no hay dudas

Jimmy y la excusa del fútbol: Morir a golpes

Jimmy y la excusa del fútbol: Morir a golpes
Francisco Javier Romero Taboada, alias «Jimmy», el ultra del Deportivo de La Coruña. RB

No es deporte. Es barbarie. No es fútbol. Es violencia. No hay un único responsable, sino muchos.

La muerte de un seguidor del Deportivo de la Coruña, horas antes del encuentro con el Atlético de Madrid, ha puesto en evidencia la relajación que, una vez más, ha habido en torno a los violentos y sus acciones por parte de muchos. Esa muerte se podría haber evitado, y ahora no vale lamentar sino actuar.

Hoy es probable Francisco Javier Romero Taboada, de 43 años, no estaría muerto si, de una vez por todas, los clubes de fútbol expulsarán a los ultras de sus filas y no se les permitiera nunca más el acceso a los campos.

Tal vez no estaría muerto si la Comisión no hubiera declarado de «bajo riesgo» el encuentro, o si la policía hubiera estado más alerta. Esta historia, que está plagada de mentiras y medias verdades, no sería tal si se hubieran puesto los medios para evitarla y si quienes pueden hacerlo no permitieran que la hinchada más radical campase a sus anchas.

Aquí nadie ha estado a la altura. Si es cierto que la Comisión Estatal contra la violencia en el Deporte calificó de «bajó riesgo» el encuentro cuando se sabía que las facciones más exaltada de ambos clubes se habían retado para una batalla campal a través del WhatsApp es absolutamente inadmisible, como lo es que no se hubiese preparado un dispositivo de seguridad más amplio, incluso no se actuase con mas rapidez cuando la reyerta al menos duró una hora.

Se podrá decir que efectivamente los radicales del Depor tomaron medidas para burlar a la policía, que no alquilaron los autobuses en La Coruña sino en Lugo o que deliberadamente se desplazaron a Madrid en coches privados, pero aún así la vigilancia falló estrepitosamente a la hora de calibrar los riesgos.

¿Tan complicado era de averiguar que los radicales del Frente atlético junto a otros conocidos ultras del Rayo o el Alcorcón estarían esperando a los hinchas del Depor?

Las imágenes son tan evidentes y tan elocuentes que no hay dudas de que la reyerta estaban planificada. Por eso iban armados y creyéndose impunes llegaron a una violencia tan extrema con palos y cuchillos. Hubo una cadena enorme de errores y ahora ¡el colmo! es pretender criminalizar a la víctima.

Es cierto que «Jimmy», como era conocido el fallecido, pertenecía a la sección más dura y radical de Riazor Blues y que contaba con un amplio historial de antecedentes penales por tráfico de estupefacientes robo o violencia intimidación, pero deja huérfanos a una hija de 19 años y a un hijo de cuatro y nadie merece morir a palos y ser tirado al río.

Lo cierto es que su muerte pone el foco, de nuevo, en la violencia del fútbol español, un fenómeno que mientras no pasa nada se mantiene silente, pero existe. El asunto es que se puede evitar y si el Real Madrid y el Barcelona, en su día, se propusieron expulsar a los ultras de sus estadios y lo han conseguido el resto de clubes puede hacerlo igualmente.

Seguramente ni a Florentino Pérez -que sigue recibiendo amenazas- ni en su día a Joan Laporta les resultó fácil echar a los ultras y tuvieron que soportar muchas presiones pero el caso es lo han hecho y han impulsado la aparición de grupos de seguidores limpios de antecedentes y de conexiones con los ultras.

Según los datos revelados por la autopsia Jimmy murió de una hemorragia interna causada por un golpe en el bazo.

Además tenía varios traumatismos en la cabeza provocados por un objeto contundente. Los hechos están ahí, ahora hay que buscar a los asesinos y depurar cuantas responsabilidades haga falta ¡nunca más¡. Esto no es deporte. Es violencia salvaje.

 

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