Esther Esteban

Torturas y democracia.

Me admira la capacidad de los americanos para que salgan a la luz y la opinión pública conozca sus mas escabrosos secretos, en nombre de la transparencia. El Senado estadounidense ha dado todo un ejemplo de ello al publicar un informe en el que se demuestra el uso sistemático de la violencia , tanto física como psíquica, en los interrogatorios por parte de la CIA. Hubo grandes presiones para que todo esto no saltará a la opinión pública , pero finalmente el comité de inteligencia del Senado -integrado por miembros de los grandes partidos-, ha revelado que durante años EEUU violó la Convención contra la tortura de Naciones Unidas.

Es verdad, como se ha criticado, que del informe -que consta de más de 6000 páginas- sólo se han desclasificado 500, apelando a la seguridad nacional pero sólo con lo que ya se ha sabido los ciudadanos tienen un criterio bastante aproximado de cual fue la actuación de sus gobernantes llevando al paroxismo aquello de que «el fin justifica los medios» .

Al final la realidad que dibuja de este terrible informe, es que la CIA no sólo fue cruel hasta el sadismo en el tratamiento de los presuntos miembros de Al Qaeda tras el 11-S, sino que también fue incompetente, malgastó el dinero de los contribuyentes, engañó al presidente del Gobierno y al Congreso de Estados Unidos y sobre todo torturó de forma salvaje a los presos, sabiendo que eso no sirve para obtener información fiable.

El tipo de castigos que se emplearon hace que se te pongan los pelos de punta. Los detenidos eran recluidos en celdas oscuras, sin calefacción y con una música atronadora. A algunos les torturaban con simulacros de ahogamiento y se les bañaba en agua congelada (un preso llego a morir de hipotermia). Eran forzados a permanecer despiertos hasta 180 horas lo que les provocaba alucinaciones. También eran obligados a comer y de hecho a uno de ellos que se negó le fue inyectada la comida -consistente en Hummus y pasta con salsa, nueces y pasas- por el ano, etc. Al final al menos 26 de los detenidos, que fueron sometidos a todo tipo de torturas, resultaron ser inocentes, lo que deja al descubierto aún más, la terrible cara de tal atrocidad.

Y por si fuera poco, según el informe, el programa de torturas no fue diseñado por la CIA en exclusiva, sino con la ayuda de dos empresas privadas cuyo nombre no se difunde pero que tarde o temprano se acabará sabiendo. En total, la CIA. se gastó 244 millones de euros en la operación sin contar los gastos de personal. Eso significa más de 2 millones de euros de dinero público por preso y ahí se incluyen partidas como la construcción de dos cárceles secretas que nunca fueron empleadas debido la situación de inseguridad del país en el que se encontraban esas instalaciones. ¡Qué barbaridad!

Sea como fuere, la única parte positiva de todo esto es que en EEUU, de forma cíclica, el sistema permite que los excesos y los abusos que se han cometido casi siempre en nombre de la seguridad nacional sean conocidos públicamente, aireados y denunciados. Es verdad que la historia de los servicios secretos está llena de casos iguales o peores que este pero no por eso deben dejar de escandalizarnos. Otras muchas democracias avanzadas son absolutamente herméticas y sus ciudadanos jamás conocen la parte más tenebrosa de sus administraciones lo cual es un dato a tener en cuenta.

El presidente Obama ha dicho que todo esto ha causado un daño significativo el país, no sólo porque son actos contrarios a sus valores democráticos sino porque se trata de graves delitos que atentan contra dignidad e integridad de las personas y han sido cometidos en nombre de EEUU.

Nada que objetar a sus afirmaciones, salvo constatar una vez más que la Democracia nunca nunca se defiende violando los derechos humanos sino respetándolos escrupulosamente. Que así sea…

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