Sólo cuando los escándalos toman ya dimensión pública, la Iglesia aplican alguna sanción interna
Este domingo 21 diciembre 2014 Josep Ramoneda titula La Iglesia y el crimen su columna en El País.
El modo cómo las autoridades eclesiásticas y la propia sociedad tratan los casos de pederastia y abusos sexuales perpetrados por sacerdotes demuestra que este país mantiene todavía una relación insana con una religión acostumbrada a operar en posición de monopolio oficial.
Añade:
Sorprende el extraño temor de Dios (o de la Iglesia que es un poder más real y concreto) que opera sobre las conciencias, a pesar de los progresos de la laicidad. Tener conflictos con los curas da miedo.
Y concluye:
Sólo cuando los escándalos toman ya dimensión pública, aplican alguna sanción interna. Raramente denuncian a los culpables ante la Justicia. Y, a menudo, mantienen en sus cargos a personas conocidas como corruptores.