Julia Navarro

«El pato cojo»

En Estados Unidos a sus presidentes cuando van por la mitad de su segundo mandato se les califica de «patos cojos». Normalmente los «patos cojos» no hacen grandes cosas sino que más bien procuran llegar con cierta tranquilidad a su último día de mandato. Por eso Barack Obama ha sorprendido no solo a sus oponentes del bando republicano, sino también a los suyos del Partido Demócrata al decretar el fin del embargo a Cuba. Este, me parece a mi, va a ser el único legado digno de mención de Obama.

Su reforma sanitaria se ha quedado corta, tampoco ha desmantelado Guantánamo, y durante su mandato la CIA ha continuado torturando y haciendo de las suyas.

Obama prometió mucho, demasiado quizá, y al final, son escasas las promesas que ha cumplido, pero al menos va a dejar resuelta una situación que era una anomalía: el embargo a Cuba.

Durante décadas los cubanos, la gente común, es la que ha sufrido las consecuencias del embargo. Y eso, en Cuba, ha provocado un sentimiento de rabia hacia Estados Unidos no contra la familia Castro. O sea que no ha servido políticamente de nada salvo para provocar sufrimiento a los ciudadanos de la isla.

Recientemente he pasado un fin de semana en Miami, con motivo de la Feria del Libro, y en esa ciudad es imposible dar un paso sin conocer a un cubano. Es la comunidad más numerosa, que ha hecho de Miami su segunda patria. Gente que vive en el exilio y que aguarda impaciente el fin de la dictadura castrista.

Los mayores, los que salieron cuando la Revolución o los que posteriormente pudieron huir de la isla, no perdonan a los Castro, de manera que les cuesta comprender la decisión de Obama. Sus hijos y sus nietos, los que han nacido en Estados Unidos, ven el problema de manera diferente. Saben de la inutilidad del embargo y creen, y en mi opinión aciertan, que a través de las mercancías se abren rendijas a la libertad.

Los mayores se quejan de que Obama no exija a Raúl Castro que abra un proceso democrático, petición que no sería más que un brindis al sol.

El tiempo juega a favor de quienes apuestan por una Cuba democrática. Los Castro, tanto Fidel como Raúl, solo tienen pasado a sus espaldas, por su edad carecen de futuro y apenas de presente.

A mi me parece que el fin de embargo supondrá una apertura al comercio, a la entrada y salida de gente de isla, a que se vayan colando por todas las costuras del régimen los vientos de la libertad.

Obama, en mi opinión ha acertado, en realidad creo que por esta decisión será por lo único que se le recordará.

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