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Dos papas y dos reyes

2014, el año que despedimos, nos deja dos hechos sin apenas parangón en la Historia. Sin cisma entre manos, es la primera vez en siglos que el orbe católico tiene dos papas: Francisco y Benedicto XVI. También en España, sin guerras carlistas de por medio, tenemos dos reyes: Felipe VI y Juan Carlos I. Hay más de un paralelismo en las circunstancias que han desembocado en tan peculiar dualidad. En ambos casos, tanto en la renuncia del Papa Benedicto como en la abdicación de nuestro Rey Juan Carlos, la biología, el desgaste físico que apareja la edad tercera jugaron un papel destacado.

El Papa Ratzinger llegaba agotado al cabo de las largas y en ocasiones fatigosas ceremonias del Vaticano. Otro tanto acontecía en el caso de don Juan Carlos, agravado en su caso por las reiteradas y, en cierto sentido, fallidas intervenciones quirúrgicas de cadera. Pero en uno y en otro caso todos fuimos testigos de que el sentido del deber les llevó a prolongar su tarea. En algún momento, en el historial del pontífice, el inocultable deterioro de sus facultades físicas le llevó, inopinadamente, a comunicar su renuncia a la tiara pontificia. Lo hizo en latín y fue, nunca mejor dicho, una sorpresa «urbi et orbe». Nadie se lo esperaba.

Tampoco en España, más allá de determinados barruntos periodísticos, nadie sabía con certeza, ni siquiera quienes después han alardeado de haber estado en el secreto, que don Juan Carlos había tomado la decisión de abdicar. Una cosa es hablar del asunto, como hipótesis, y otra, anunciar que la cosa iba tan en serio como que hubo que improvisar toda una panoplia de iniciativas legales para dar cobertura a una renuncia que, pese a estar prevista en la Constitución, apenas tenía literatura legal que consultar. El lunes en el que don Juan Carlos anunció que renunciaba a la Corona, todos entendimos que aquél era un momento para la Historia. A nadie dejó indiferente y conmocionó a cuantos habíamos vivido la Transición, dejando atrás la dictadura del general Franco. En la hora del balance primaron las luces aunque todavía hay quien explora o inventa zonas de sombra alrededor del 23 F. Afortunadamente, don Juan Carlos está vivo y es testigo de los primeros y prudentes pasos y éxitos políticos de Felipe VI.

Desde su retiro en Castelgandolfo, antigua residencia de campo del emperador romano Domiciano, también Benedicto XVI puede ver cómo la popularidad y el coraje regeneracionista del Papa Francisco dan la vuelta al mundo y resumen el éxito del relevo habido en el Vaticano. No eran relevos fáciles de prever, pero han salido bien. La Historia recordará este 2014 como el año en el que convivimos con dos papas y dos reyes. Y fue en paz.

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