Este 2 de enero de 2015, escribe Antonio Gala en El Mundo una columna titulada ‘El buen propósito’ en la que arranca diciendo:
Si a un hombre pueden considerarlo un desecho los otros hombres, la Humanidad es un estercolero. La falta de responsabilidad individual es atractiva: se descansa en ella; pero es también una derrota.
Añade que:
Ninguna obediencia puede ser absoluta: ni a la religión, ni a poder alguno, ni al amor. Ser hombre es no arrodillarse nunca y en cierto modo transgredir; o poder transgredir. Si los hombres fuesen verdaderos, no habría guerras.
Y concluye que:
Hay que volver a exaltar lo social sólo como apoyo y peana de lo individual. Ni la sociedad debe abdicar en el Estado sus responsabilidades y sus prerrogativas, ni el individuo en ella su irrepetibilidad y su primogenitura.