Este 2 de enero de 2015, escribe Antonio Lucas en El Mundo una columna titulada ‘Una melancolía venial’ en la que arranca diciendo:
En casa recordamos a Perico Beltrán en la primera reunión del año. Las comidas familiares tienen ese afán de memoria en vivo.
Añade que:
Esta becerrada brutal donde los embolaos son millones de ciudadanos no va a salir gratis. El tic histórico de votar por miedo ha cambiado por la gasolina de votar desde el asco. Y esto se ha hecho soluble en la sangre de dos o tres generaciones.
Y concluye que:
Y al final, si se fijan, lo que importa es siempre lo pequeño, lo íntimo, lo necesario: que ellos sigan ahí, que ella no me falte, que haciendo tribu nos volvamos a reír.