La prima de riesgo, aquella cosa que descubrimos los españoles en plena crisis y que nos dio tantos disgustos como chistes, baja por primera vez de los cien puntos y el Gobierno aplaude hasta con las orejas.
No es para menos porque la famosa macroeconomía sigue abriendo un camino a la esperanza. Pero hay que explicar estas cosas a la ciudadanía que sólo contempla cómo 2015 se estrena entre valses vieneses con dos mil imputados por corrupción y las famosas y sonrojantes «subidas» de pensiones y salario mínimo.
El crédito sigue sin llegar se diga lo que se digan en la publicidad de los bancos y una tercera fuerza política, Podemos, irrumpe como un elefante en una cacharrería con un idioma nuevo y contradictorio en la hasta ahora afable y cómplice convivencia mantenida por PP y PSOE.
Ha llegado un momento en que ya no se sabe lo que de verdad está pasando y no son los medios de comunicación, en general, quienes más ayudan a comprender las cosas.
Antes, cuando subía el IPC por culpa del precio del pollo se nos pedía contención y ahorro; ahora lo que preocupa seriamente es que baje el IPC, que los precios sigan bajando -por lo visto bajan aunque uno no lo note- para no llegar a la temida deflación y quieren que consumamos mucho, cuanto más mejor.
Yo he querido ser siempre un ciudadano ejemplar y cuando echaban la culpa al pollo de la inflación, en mi casa no se asaba una pechuga hasta que los pollos no entraran en razón y contribuyeran al bienestar nacional.
Ahora me gustaría consumir más pero con los dos y pico euros que me ha subido la pensión (se han gastado más en la carta para anunciarme tan feliz buena nueva) no sé si invertir semejante capital en chuches o ahorrar todo el año y en plan camicace gastarme de golpe -¡un día es un día, hombre!- los treinta eurazos ahorrados a lo largo de los doce meses.
No es este un país que ande sobrado de explicaciones creíbles y nosotros -no sé si le pasa al resto de los europeos- queremos más reafirmarnos que informarnos lo cual no resulta nada difícil porque «hay gente pa tó», economistas reputados que dicen una cosa y reputados economistas que dicen justo la contraria, políticos de todos los partidos que predican transparencia y honradez caiga quien caiga siempre que quien caiga no sea uno de los nuestros para el que se reclama la presunción de inocencia como mínimo cuando no la defensa cerrada de su entrega al bien común.
Ves los continuos debates televisivos y siempre son 4 ó 5 contra uno y con el presunto moderador o presentador claramente posicionado en un lado u otro.
La única novedad es la aparición de Podemos que ha cogido con el pie cambiado al PSOE y unas veces amanecen en Ferraz con ganas de acercarse por lo que pueda pasar y otras poniendo tierra de por medio con el partido de los profesores.
Y ya puestos, es curioso oír como el líder indiscutible de los círculos viene diciendo una cosa y la contraria según soplan los vientos de la popularidad; incluso a uno de los autores de su programa económico, lo había puesto él mismo a los pies de los caballos hace menos que poco tiempo recordándole su pasado como asesor de Obama.
No sé y no es fácil saber lo que nos espera en 2015. Sabemos que habrá elecciones primero en Grecia y luego aquí en España y que el euro está depreciado, que del Euribor ya no habla nadie y que los que mandan en Cataluña siguen obcecados en su secesión, único fin que ya les justifica.
Tal vez hay que esperar prudentemente y contemplar cómo este desbarajuste se va ordenando poco a poco por nuestro bien.